Mostrando entradas con la etiqueta peter travesí. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta peter travesí. Mostrar todas las entradas

jueves, 20 de noviembre de 2025

Bárbaros, el teatro como acontecimiento

Paula Jordán Ramos


                                                                                               Foto: Jesy Zambrana Miranda


La propuesta Bárbaros es un trabajo colectivo que surgió a iniciativa de Luis Bredow –sí, el mismo que hace unos meses rechazó el Premio Eduardo Abaroa como mejor actor audiovisual que le otorgó el Estado, como un acto de protesta ante la ausencia de políticas culturales y la arbitrariedad de los apoyos económicos; el mismo que en estos días está rodando una nueva película y el mismo que a los 70 años de edad es capaz de generar propuestas como ésta, que aunque denota que sigue en construcción, sorprende a partir de su factura naturalista, con guiños al teatro de la crueldad de Antonin Artaud.

La oscuridad dominará la noche, habitada primero por Voz (Luis Bredow). Pero qué sería de una voz sin un texto. Uno de los aciertos de esta obra es su poderoso libreto pleno de metafóras, escrito por Darío Torres (de Teatro La Cueva de Sucre), en base al libro La conquista de América: el problema del otro, de Tzevetan Todorov, y la película húngara El hijo de Saúl. Toda una reflexión sobre el encuentro con el otro.

Los cinco personajes de esta obra van relatando y retando al público a llegar a una interacción casi hiperrealista, como el intenso olor a gas (artificial, por supuesto) que descoloca a más de uno, y lo lleva a dudar si lo que aquí sucede es un espectáculo o un acontecimiento. Este tipo de propuesta ya fue presentada por Eduardo Calla, en La Paz, con el olor a la comida. Ahora Bárbaros se dirige a incomodar, a producir miedo.

La dirección actoral, a cargo de Miguel Angel Estellano –mejor actor masculino del Premio Nacional Peter Travesí 2015- pasa por alto un trabajo vocal necesariamente impecable para hacer que estas caracterizaciones cobren alma. Es cierto que son artistas de distinta confluencia –Teatro La Cueva (Kike Gorena y Darío Torres), El Umbral (Luis Bredow), Escena Porciana (Miguel Angel Estellano) y Ale Viviani (quien viene componiendo música para teatro), pero el bloque precisa ser compacto.

La duda y el miedo se pasean. A pesar de la dificultad que representa para el espectador decodificar la caracterización de los personajes en escena (el libreto es claro, pero vamos, quién lee el texto), la intención de inquietar, de sacar de la pasividad al espectador ha sido lograda, cuando nadie sabe qué pasa, solo que uno ha sido aludido y nada era como se esperaba.

FICHA TECNICA

Obra : Bárbaros

Autor : Darío Ariel Torres Urquidi

Director : Miguel Angel Estellano

Reparto: Luis Bredow

Kike Gorena

Alejandro Viviani

Carlos Vedia

Darío Torres

Iluminación : Miguel Angel Estellano

Musicalización : Alejandro Viviani


Esta es una de las críticas de la ganadora a la mención Crítica teatral del XXV Premio Nacional de Teatro Peter Travesi (2016), Paula Jordán. Fue Publicada originalmente en el diario Opinión el 9 de octubre de 2016


Los teatristas también comen. Capítulo final del XXV Premio de Teatro Peter Travesí 2016

Paula Jordán Ramos



Cuando los asientos se han quedado vacíos, el teatro aún bulle. Sobre el escenario recorren como hormigas los miembros del elenco, desarmando, trasladando, limpiando y deshaciendo los restos del espectáculo. Así de efímera es la vida y de esforzado el trabajo de actor de teatro en Bolivia, así hubiese ganado muchos premios, así tenga 40 años de historia sobre las tablas. En Bolivia no hay presupuesto para personal que haga esto, así sea un festival nacional.

Esta noche se otorgará el premio de Bs. 6585 a cada uno de los diez elencos que formó parte de la cartelera del XXV Premio Nacional de Teatro Peter Travesí 2016. Cinco de éstos llegaron desde la ciudad de La Paz, desde donde trasladar una escenografía cuesta entre 1,500 y 2.000 bolivianos.

En un elenco compuesto por siete personas, entonces, el premio se reparte y deja un saldo de poco más de 600 bolivianos para cada artista, que para actuar en sus dos presentaciones deberá pagar al menos una noche de alojamiento. También come. Son dos días. Queda 200 bolivianos apenas para sus traslados.

A estas alturas uno se pregunta cómo habrán venido desde La Paz y cómo se irán. Un pasaje de avión a Cochabamba ida y vuelta sale cerca de 700 bolivianos. No está bien. Realmente aquí no cuadra nada. A estas alturas ya entiendo por qué hubo tan pocos grupos del interior del país que se postularon para participar. Es un sacrificio.

El dinero que el Gobierno Departamental de Cochabamba desembolsa (del Tesoro General de la Nación) para los ganadores del Premio Nacional de Teatro Peter Travesí (que son los diez seleccionados) es, a todas luces evidente, insuficiente. Por otra parte, este año la Alcaldía de Cochabamba ha visto reducido el presupuesto para la organización y difusión pero a pesar de ello, lo ha logrado, a costa del esfuerzo tremendo de hombres y mujeres que trabajan el doble o que se ofrecen como voluntarios y le ponen el hombro a esta pasión llamada teatro.

Como parafrasea Ivonne Rojas, una mujer visionaria y profundamente humanista que ha creado el Laboratorio de Periodismo y Crítica Cultural: “En una época de confusión organizada, de desorden decretado, de arbitrariedad planificada y de humanidad deshumanizada... Nunca digan: 'Es natural', para que todo pueda ser cambiado” (Bertolt Brecht).

No está bien solo agradecer la labor de los artistas del XXV Premio Nacional de Teatro Peter Travesí por haber realizado esta hazaña extraordinaria que requiere mucho valor y que los define como héroes (ésa es la definición, buscad en el diccionario). Amemos a nuestros artistas de teatro, después de todo, son capaces de abstraernos de esta realidad a un ejercicio intenso y breve que puede cambiarnos la vida para siempre.

 

 


Paula Jordan, ganadora de la Mención en Crítica Teatral 2016.

Fotografía: Mauricio Rocabado

 

Sobre Dime que me amas, apuntes de una “anticuchera sin escrúpulos”


Por: Paula Jordán Ramos 


                                                                                                     Foto: Opinión

Punzón descriptivo:
Te quiero y al fin te tengo, pero nos caga el destino, y en el camino nos reímos de las macanas que hace uno por amor, nos emocionamos por lo sublime del amor y nos ofrecemos al sacrificio.

Corazón:
En una escenografía minimalista —pared y un colgador con seis sueros fisiológicos—el personaje interpretado por Bernardo Arancibia relata la agonía que le provoca una mujer que solo existe sonoramente en un constante clamor: “dime que me amas”, mientras éste se estrella una y otra vez contra la pared, en hondo abatimiento. Hasta aquí, la obra se abre sugerente, pero la narración posterior, si bien tiene certeros aciertos como los de la comedia y el uso de flashes sonoros, rompe de plano con la provocación inicial. 

El texto es divertido en esta segunda parte de la obra, con la narración desdoblada sobre el camino que recorre el personaje, desde el rechazo hasta el amor correspondido de su musa —referida por ejemplo, como una “anticuchera sin escrúpulos”— pero opera simplemente, a nivel dramatúrgico, como enorme bloque contextualizador de un desenlace apresurado que amenaza con descarriarse. Esta inarmónica edición de compases podría deberse a que Dime que me amas nació como pieza breve en 2014, tras lo cual el director Freddy Chipana y Arancibia —quien a su vez dirige el elenco de Teatro Grito—, la han ido ampliando hasta los 40 minutos que dura hoy. 

A nivel de dirección actoral, Freddy Chipana suele optar por la detención del cuerpo con énfasis en el discurso a voz y rostro alzados, y esta puesta en escena no ha sido la excepción. Claro que hay gestualidad corporal convincente, por parte de Arancibia, pero hace falta constancia en el trabajo vocal. 
También se aprecia otro sello distintivo del director: la exquisita performance que logra de sus actores cuando se trata de mostrar el cuerpo movido, estrellado, atacado por un otro invisible, arte que domina y deleita por la perfecta sincronía de tiempos y movimientos, una herencia del lenguaje de Teatro Los Andes, del cual Chipana formó parte. 

Para el libreto, cuenta el director, dos historias bolivianas verídicas le sirvieron de inspiración: un muchacho que, iluso, pretendió impedir una boda; y la trágica muerte de los actores Tota Arce y Mario Arrieta, acaecida en 2002. 

“El amor es puro…la vida en el amor es difícil”, propone la sinopsis que invita como el menú de un plato conocido. En este unipersonal Chipana quiere hacer poesía teatral, objetivo que cubre parcialmente, sobre todo a partir de los flashes sonoros bien trabajados y la simbología final; pero no solo eso, también pretende usar el amor como pretexto para cuestionar el acceso a la salud, quiere hacer de su teatro un espejo donde la gente se mire y reflexione sobre problemáticas sociales de este orden y donde mejor lo logra es precisamente en los sectores sociales más expuestos a las mismas, como el público del circo El Tapeque de Cochabamba, que presenció la obra horas después de la puesta en escena en el céntrico teatro Achá, ambas en el marco del XXV Premio Nacional de Teatro Peter Travesí, donde la butaca roja tuvo su propio deleite, aunque la haya sentido con menos llajua.


FICHA TÉCNICA
Obra : Dime que me amas
Texto y dirección : Freddy Chipana
Actuación : Bernardo Arancibia Flores
Vestuario : Carmencita Guillén Ortúzar
Diseño de luces : Sergio López
Diseño escenográfico: Narda Alvarado
Elaboración escenográfica: René Suntura Mamani
Composición musical: David Arze
Grabación musical : Jorge Zamora


Esta crítica fue ganadora del Concurso Nacional Peter Travesí 2016. Se publicó originalmente el la revista teatral LA ESCENciA, en 2016.